domingo, 18 de enero de 2009

Caca, culo, pedo, pis


Ella: ¿Por qué diablos hablas como actor porno?

Él: No sé, es para decirte cosas cursis, me imagino

Ella: Bah, esa voz, pareces... un viejo pederasta en abstinencia

Él: Está bien, hablaré normal

Ella: No te he dicho que dejes de hacerlo

Él: ¿Entonces?

Ella: Dime que me quieres con esa voz, me gusta mucho

Él: ¡Mierda! ¿Por qué tendremos que ser siempre clandestinos? ¿Por qué no podemos estar juntos siempre?

Ella: Porque somos iguales

Él: ¿Putos?

Ella: Ja, volubles suena mejor. No estaré contigo nunca, no quiero lastimarte.

Él: Vaya, así estará escrito, ¿no?

Ella: Sí, ¿acaso no te gusta?

Él: Claro, pero no es que me guste esto. Me gustas TÚ

Ella: Entonces acostúmbrate, yo ya lo hice. Cuando quieras que acabe, dilo

Él: Eres mala. Pero supongo que nunca lo terminaré

Ella: Me voy. Adiós

Él: Adiós

Ella: Oie, ¿has oido Pis, pis. Caca, culo, pedo, pis?

Él: Ja, claro.

domingo, 17 de febrero de 2008

Odio la playa

1.-

Odio la playa porque es el lugar ideal para que figuretis y exhibicionistas –de ambos sexos– demuestren sus cualidades en el poco modesto arte del gileo. Odio la playa tanto como la palabra 'trikini'. Odio las ropas de baño floreadas tanto como a los tipos que usan tanga (¿cuál es su propósito?). Odio a los fisicoculturistas que hacen ejercicios en el malecón y se pasean con diminutos shorts que los hacen ver mariconazos.

Odio a los ancianos que venden rosquitas y maní confitado (¿quién diablos come eso en la playa?). Odio a las chicas con hilos dentales porque son sinónimo de erección. Odio a las gaviotas que vuelan y te cagan en la cabeza. Odio a los pescadores porque parecen hampones. Odio a los turistas que se pasean por la orilla como si nunca hubieran visto agua ni arena. Odio no saber nadar. Odio la ropa Rip Sol.

2.-

Odio a los surfers porque se creen chéveres. Odio a las viejas que llevan sus colgantes mondongos a tomar color mientras fuman sus Lucky Strike. Odio que los niños hagan castillos de arena tanto como a la gente que disfruta enterrándose. Odio los lentes de sol tanto como los polos de manga cero. Odio los pareos tanto como las sombrillas y las sillas playeras.

Odio a la gente que se mea (y caga) dentro del mar y sale sonriendo. Odio a las paisanas que llevan ollas de arroz con pollo, tallarines, ceviche y chanfanita para lavarlas en el mar luego de haberlas usado. Odio a los salvavidas y sus calzoncillos color naranja tanto como a los policías ecológicos que usan moto. Odio que la gaseosa cueste tan caro y que los sándwich de pollo siempre me den diarrea.

3.-

Odio a mis amigos porque pretenden ser tablistas y nunca lo serán. Odio que otros usen mi toalla para secarse la entrepierna. Odio tener que compartir mi bronceador y mi vianda. Odio que se burlen de mí porque no me quito las zapatillas, sí, lo odio tanto como el hecho de que me miren raro por no entrar a bañarme. Odio a los cabros tanto como a las feas que malogran mis masturbaciones mentales.

Odio la playa porque es la excusa perfecta para estar contento. Odio no encontrar a nadie triste ni molesto en ese maldito lugar. Odio ser tan blanco y sufrir tanto con las quemaduras. Odio que mi madre me ponga tomate en la espalda cuando sufro de insolación. Odio a la gente que usa Coca Cola para broncearse. Odio los parapente tanto como las motos acuáticas.

4.-

Odio el hitazo del verano, pero odio más a la gente que lo canta en el micro. Odio los comerciales de cerveza porque he estado ebrio muchas veces y nunca han aparecido gatitas ni piratitas para acicalarme. Odio la frase ‘nuevas tendencias’ que dicen todos los gays cuando presentan su huachafa ropa en los noticieros matutinos. Odio las avionetas que pasan haciendo publicidad a alguna marca. Odio a Nino Peñaloza y a Ciro Taipe.

Odio Asia, Hapas, Home y todos esos lugares porque –aunque no he ido a ninguno– me llena de cólera que todo el mundo los mencione. Odio Máncora y Punta Sal porque mi familia va y yo no. Pero lo que más odio del verano es estar muriéndome de calor escribiendo estupideces mientras otros disfrutan y sonríen en esta época del año que solo me trae cólera y envidia.

sábado, 3 de noviembre de 2007



Atmosphere

Walk in silence,
don't walk away, in silence.
See the danger,
always danger,
endless talking,
life rebuilding,
don't walk away.

Walk in silence,
dont turn away, in silence.
Your confusion,
my illusion,
worn like a mask of self-hate,
confronts and then dies.
Don't walk away.

People like you find it easy,
naked to see,
walking on air.
Hunting by the rivers,
through the streets,
every corner abandoned too soon,
set down with due care.
Don't walk away in silence,
don't walk away.

sábado, 27 de octubre de 2007

20 cosas que amo de la San Martín


  1. Amo tener cuentas enormes en el puesto (portafolios) de Panchito y no pagarle nunca.

  2. Amo evaluar a las tipas buenas y rajar de las feas.

  3. Amo burlarme de tantos morlacos y espécimenes raros que encuentro a cada paso que doy dentro de la facultad. Léase: el tipo que usa falda, el del pelo azul, el Bismutol, Scritch, entre otros.

  4. Amo mirarle el culo a la hembrita de Freddy mientras saca copias.

  5. Amo sacar siempre el primer puesto sin estudiar ni hacer nada bueno por la vida.

  6. Amo comer un pan con huevo, queso, pollo, palta, hamburguesa, papas fritas, zarandaja + una taza de café donde la tía Melisa (todo por una luca).

  7. Amo mear en lo inodoros y que los demás se sienten donde dejé orines.

  8. Amo las clases hueveras de la Pepa donde todos comemos, leemos, jugamos dominó, saltamos a la soga y bailamos.

  9. Amo tener un profesor tan patán como Monzante porque sé que siempre habrá un tipo más cagado que yo.

  10. Amo intoxicarme con los excrementos fritos que vende el Colorado.

  11. Amo mirarle las tetas a la tipa que regala café en el Nescafé Lounge.

  12. Amo tener un currículum en blanco después de cuatro años de vida universitaria.

  13. Amo seguir siendo estúpido y que no me lo saquen en cara ni me pidan cambiar.

  14. Amo a Scollo (el viejito de foto) por robarle durante 20 años a la facultad.

  15. Amo que hayan botado al chino que enseñaba inglés aunque nunca me haya enseñado. Corrección: ahora enseña en Turismo. Es decir, hubiera sido mejor (para él) que lo despidieran.

  16. Amo contar, en un papelito, las veces que Valera repite su famosísimo: ¿Está bien?

  17. Amo hablar de pornografía y discutir de sexo con el Tigre.

  18. Amo gritar ¡¡¡THE BIG AND ONLY ONE BOOOOOOOOS IS IN THE MOTHER FUCKIN’ HOUSE!!! en el lugar y momento que sea, no importa si es en clase.

  19. Amo reír a carcajadas cada vez que veo a Mauricio (el de Multimedia) con su saco a cuadros tan pacharaco.

  20. Pero, sobre todo, amo a la San Martín porque sé que me convertirá en un profesional mediocre con un puesto miserable en un pasquín de quinta categoría y porque a lo máximo que aspiraré será a ver el precio del pollo en el mercado.

viernes, 26 de octubre de 2007

Un viejo indecente


Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Ví depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato. Tenía la carne floja, parecía como si le disgustara ser parte de mí.

Charles Bukowski

jueves, 25 de octubre de 2007

La mujer (2)


Manongo: oye, te voy a decir algo. Y no te asustes ni te pongas roja ni nada, ¿está bien?

Tere: ya, está bien

Manongo: y lo pondré en altas para que lo leas bien

Manongo: PASE LO QUE PASE, SEA LO QUE SEA Y ESTÉS CON QUIEN ESTÉS, JAMÁS (Y ES JAMÁS) VOY A DEJAR QUE TE PASE NADA MALO, NI QUE SALGAS PERJUDICADA POR MI CULPA. TENEMOS 2 DIAS HABLANDO Y ME ATREVO A JURARLO, NO DEJARÉ QUE NADA TE PASE

Tere: ¿Por qué eres así?

Manongo: ¿Así?, ¿cómo?

Tere: pues, así

Manongo: no sé, creo que es tu mente la que me hizo así

Tere: tan indescriptible

Manongo: la culpa es de tu cabeza, yo no existo

Tere: maldita butthead

Manongo: Jajaja. Bueno, parece que el mensaje quedó claro

Tere: ¿Crees que seamos capaces de hablar de estos temas en persona?

Tere: creo que de aquí a 10 u 11 conversaciones más

Manongo: la de hoy estuvo muy bonita. Espérame un rato, tengo que darme un baño, no te vayas

Tere: OK. Me quedaré mientras leo La náusea. Ya leí tu nota

Manongo: no la hice muy sentimental, comprenderás por qué

Tere: bueno, vé a bañarte ya. Aquí te espero

Manongo: adiós, Tere

Tere: adiós, Manongo

miércoles, 17 de octubre de 2007

Mi llama azul

No eres el Zippo más espectacular ni, mucho menos, el más lujoso del mundo. No tienes esos dibujos psicodélicos de Elvis Presley o el logo de Playboy en colores pastel. Tampoco eres de los más caros. Corrección: eras el más barato en aquel escaparate de Wong, además del más simple y común. Pero aún así para mí eres el más chévere que existe.

Te has ganado un lugar muy especial en mi vida. Tu intenso color azul me cautivó desde ese primer contacto visual. Tu emblema Zippo, vertical a la izquierda, me hizo saber que eras para mí. Es que cuatro años juntos no han pasado en vano. Hemos quemado muchas etapas de mi (nuestra), mal que bien, llameante vida.

Me has ayudado a malograrme un poquito más. Contigo prendí mi primer cacho de marihuana al lado de la ex novia adicta de aquellos días. Gracias a los efectos de la hierba te aluciné pistola y la ibas a matar. También te usé con mis prematuros cigarrillos de adolescente (siempre los más baratos) con los que quería aparentar rebeldía frente a las chicas en las primeras fiestas a las que pude ir.

Fuiste también un gran motivador sexual y cómplice pervertido. Nunca olvidaré aquella verbena del Sophianum en la que aquella súper modelo de Red Bull se acercó a pedirme fuego para su pucho. Fuiste a parar a su mano, ella me dio la espalda. Felizmente no quisiste prender y estuve unos minutos contemplando – muy alegre yo – la maravilla de su cuerpo (visto desde atrás).

Debo confesar, muy avergonzado, que hasta a la prostitución te hice llegar. Cada sábado pasabas por una mano diferente porque, feo o bonito, barato o caro, un Zippo es un Zippo. Y supongo que, como yo en algun momento, mis amigos querían impresionar en las reuniones con un jueguete diferente al de todos. No más cajas de fósforos con el dibujo de la llamita ni propagandas de alcaldías distritales.

Me da pena verte ahora tan viejito. Ya peinas canas: poco a poco has ido perdiendo el color azul y te noto cada día un poco más plateado. Hasta incontinencia: tantas caídas deben haber hecho que algo falle adentro y chorreas bencina sin motivo aparente. Es más, ya tienes artritis: tu bisagra está tan gastada que sufro cada vez que quiero abrirte.

Sé que no he sido el mejor dueño del mundo. Pero, a pesar de todo, sabes bien que siempre te he tenido como mi amigo fiel en el bolsillo. No terminarás en un tacho de basura, lo juro. Estaré contigo hasta tu último respiro candente. Y luego, como todo gran héroe, te guardaré en ese cajón de mi velador donde descansan (no muy en paz) cartas, polaroids y obsequios que forman partes imborrables de mi vida.